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El legado de Ronnie


Míralo, aquí viene. Bingo. ¿De dónde coño será? Esos andares en ese. Gafas negras, rapado, buen abrigo. Es un borracho grado 4, perfecto. Con el grado 5 no se sostienen en pie, y en el grado 3 todavía se enteran de toda la copla. Vamos a allá. A desvalijarle con mucho arte. Si lleva mucha pasta, a mi ramita le compro un peluco.

Me habían enredado invitándome a una y otra copa, en medio de un cruce de chupitos con corazones diminutos flotando. Fui el contador de historias, de anécdotas, mejor dicho, porque para narrar oralmente y con coherencia no todo el mundo vale en la era de las palabras sin piernas del Whatsapp. Hablaba y hablaba, algo raro en mí cuando estoy en grupo, ya que soy más bien de frases sentencia o, como se dice en teatro, de respuestas salvajemente inadecuadas, las que llevan al diálogo por derroteros insospechados hasta entonces. Hablaba y me sentía un putito, pero el jefe me dijo que siguiera dándoles palique, para que se rieran un poco, en sus tres días de excursión y conferencias por Barcelona. Y eso hice. Hablé, conté, entretuve como un poseso del verbo, con un estilo propio pensé, lejos todavía de un buen cómico. Cógeles el número, me dijo mi gran jefe indio. Mañana pueden venir más de cien, y si eso abrimos el Café Royale para ellos solos. Tú te llevas una buena comisión y no pagas ni una copa.

Joder, está más pedo de lo que creía, pero responde al instante y con sentido. Es como si estuviese borracho solo hasta el cuello, aunque está un poco majara, majareta. Además, me lo ha puesto a huevo cantando el himno del Atleti, el pobre va solito hacia la trampa. No sabe que esto es un timo futbolístico, pensado para chicos peloteros como tú.

- ¿Así que eres del Atleti?

- Hasta la médula, pero estoy enamorado de esta ciudad y del juego del Barça.

- ¿Hacia dónde vas?

- Vivo en la estación

- ¿En la misma estación?

- Los trenes abren con la punta de la lengua el sexo-cerradura de la puerta de mi casa.

- Ah, vale. Yo vivo un poco más lejos (pausa) pasando la estación. Te acompaño.

Salí del trabajo, un trabajo que consiste en meter peña en un garito mientras ves pasar la vida en la calle. Calles que amo, por hacer un inciso en esta historia. La gente, por lo general, cree que es un curro de mierda, pero gano más por hora que en cualquier tienducha de malos trapos, de los multimillonarios y ejemplos empresariales del país. Son solo cuatro horas al día, así que el resto del tiempo amago con escribir y vivo. Como iba contando, salí del trabajo, compré una lata de cerveza a mis hermanos de la noche y tiré Rambla arriba, diciendo no, sonriendo, a cada puta que me acosaba. No quiero mamada, señorita, no quiero mamadas. Todo esto es una pena, no entiendo cómo Ada Colau, siendo tan feminista, lo consiente. Supongo que estarán trabajando en ello. Cuando pasé la Plaza de Catalunya y ya llevaba un buen trecho de la Gran vía, sentí que mi cabeza daba más vueltas que una lavadora. Me paré en seco y repuse el vuelo después de un tiempo indefinido. Mis piernas resistían, así que me dispuse a entrar en un 24 horas. Pagué unos pistachos y unos Papadelta, no sin antes tirar un estante entero de detergentes. Perdón, perdón, usted perdone, dije mil veces. Hace tiempo que no llevaba tal borrachera…

Es la víctima perfecta, totalmente confiado. Dejaré que se coma los pistachos uno a uno y terminaré la faena. En vez del peluco, si hay suerte, pillaré medio gramo. ¿Así que es de Madrid? ¿Y trabaja de promotor? No creo que lleve mucha pasta entonces. Esta gente cobra al día y se la beben toda al salir. Aunque nuca se sabe…

No sospeché nada y no me acuerdo de gran cosa. Solo recuerdo que parecía, uno de tantos, de esos que Dios junta en la noche con varias copas encima. Era simpático y divertido, pero lo del himno del Atleti creo que se lo inventa. El caso es que hablamos de fútbol y yo me emocioné, porque me emociono con todo lo bello, contento como un perro tras una pelota de tenis.

- Con Andrés Iniesta me quito el sombrero. Está quedando sellado en la historia por todo lo que está haciendo con el Barça y por darnos el mundial.

- Sí, es un artista.

- Yo me lo imagino siempre jugando con un sombrero, salvo cuando remata de cabeza, que se lo quita y lo sujeta con la mano.

Quién me iba a decir que Iniesta sería la palabra mecha, la detonadora, con la que me vaciaron los bolsillos. Ni mis tristes cascos me dejó el hijo de la gran puta. Las llaves sí, es un detalle. Al llegar a casa desperté a mi compadre David:

- ¡Me han hecho la de Iniesta, me han robado!

- ¿Cómo que la de Iniesta? ¿Estás borracho?

Cuando fuimos a comisaría a denunciar, lo entendimos todo. Había caído en el timo de Ronaldinho, típico de Barcelona. Cada gran ciudad en España tiene los suyos. El mosso me explicó que siempre van a por borrachos solitarios y que la mayoría de las veces son guiris. Amablemente llevan la conversación al terreno del fútbol, y cuando sin que ellos te pregunten, les dices tu futbolista preferido, te meten su pierna entre las tuyas, piensas que amistosamente están jugando contigo, mientras su mano recorre todos tus bolsillos.

- ¡Así regatea Ronaldinho, a mí me gusta más que Iniesta!

Nada más sacar su pierna de las mías supuse que era maricón (con el consentimiento de mis amigos gays) o que estaba un poco loco. Díez segundos después, cuando en pleno parque Joan Miró, se retiró para mear un momento, es cuando ya me di cuenta de la trampa. Tonto de mí, me había birlado todo.

Le he quitado peso al asunto y me lo he tomado con comedia y filosofía. Tras el mes que llevo en Barcelona, puedo decir que es una ciudad segura y que lo de anteanoche me puede pasar en Sevilla, Málaga o Burgos. Aunque lo que sí es cierto, es que me gustaría que toda esta banda que va haciendo Ronaldinhos, ahorrase un poco tras cada palo, para comprarse un traje y que fuesen a hacer lo mismo en el entorno de los hijos del Molt Honorable Jordi Puyol. Es triste atacar a un humilde trabajador de la noche, escritor desconocido. Como escribí en los mendigos del yate, mi segundo artículo de La muerte de Danton, en la base social de la pirámide hay dos tipos de clases: la gente y la gentuza.


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