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Golpea con tu bate a esa rata


Me duele que no hayas estado más horas con ella, este autoengaño, simulacro de un desvivirse auténtico. Estás a años luz de ti mismo, del fabuloso regalo de la posibilidad, creyendo que en este juego vas solo, cuando afuera hay miles que de verdad se dejan el puño en esto, caligrafiando noche tras noche, haciendo señora a la palabra, para que esta les haga señores a ellos. Haces de la cualidad un andrajo. Es normal que tengas la duda de si no será todo un delirio, y que te pese no haber abierto los ojos a la vida aún, a un parpadeo de los treinta tacos. Ha sido como si el mundo entero fuera una película que no fuese contigo. Y para ser especial, hay que ser más humilde y escribir mucho más: hasta que te duelan las yemas de los dedos.

Te he dejado en la habitación a oscuras con un bate de béisbol, solo podrás salir si golpeas de lleno a la rata y la dejas sangrando y muerta en el piso. Cuidado, un solo bocado más de su parte y ya no lo cuentas. O lo que es peor: pasarás a formar parte de su asquerosa especie, con su mismo estilo de vida. Los dos permanecéis en silencio, sin saber dónde se encuentra el otro. A lo mejor estáis espalda con espalda, si es que las ratas tienen espalda, o al igual cada uno ocupa una esquina temblorosa. Quien dé el primer paso está perdido, por ello espera tranquilo, en escucha, manejando los tiempos. No te impacientes y no dejes que los nervios se conviertan en sudor y empañen tus ojos de búho. Al rato verás en la oscuridad, la oscuridad de todo lo que te ha impedido ver hasta ahora, tus inercias venenosas, tus excusas, abogados siempre de nosotros mismos, nunca elegimos el papel de fiscal. Vamos sonriendo con la mentira a cuestas, no sabemos que el proclamarse un deshecho puede llegar a seducir más que las pompas que siempre terminan desvaneciéndose.

Todos, en la época que nos ha tocado vivir, hemos tenido millones y millones de oportunidades para besar y conquistar lo que nos diera la gana. Puede sorprender escribir esto, tras una década de crisis económica mundial, pero no nos engañemos, desde la derrota se sabe que quien peleó con uñas y dientes, quienes supieron matar a su rata, salieron en su mayoría vencedores, incluso dentro del desastre social en el que nos encontramos. Casi todos hemos derrochado en apenas unos años lo suficiente como para haber emprendido cualquier sueño: cafetería librería, cervecería, peluquería canina o grabar una vuelta al mundo en bicicleta. Nadie nos obligó a no estudiar siete horas diarias, a fumar esos porros, a creer que con la pasividad del poema se arreglaba todo. Y leer poesía está genial si ya has construido la cabaña.

Pero no te fustigues, corazón. Todavía estás a tiempo de demostrar tu zurda cerrada si las letras se ponen a tiro. No escondas que tu ambición es ser escitor y levantar la falda a la impostura. Lo demás es accesorio y pasajero, ya estés haciendo la callle de comercial o si te toca el próximo gordo al que nunca juegas. A partir de ahora, lo primero que harás será aceptar que solo tú has tenido la culpa, lo segundo es escribir hasta que te ahogues.


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