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Por una red maldita


Querido maldito:

Te escribo a solo una noche de partir de Barcelona rumbo a nuestra amada Olivença. Viaje que haré en coche compartido. Hoy en día todo se comparte: coche, piso, chicas en red. Solo depende de uno mismo que de tales experiencias se salga más humano, más animal si cabe, lejos del hombre-masa-tecnológico de la pseudovanguardia. Te lo digo a ti, mi maldito, que últimamente andas más perdido que un perdigón en el barbecho, más sentimental que nunca, comparando antologías de Walt Disney con la alta poesía de la que tú y yo venimos. No confundas las cosas. No te lo digo desde la soberbia de quien se cree poeta, sino como alguien que no ha sabido hacer otra cosa desde pequeño que ver el mundo como un poema.

Si antes a los artistas se les criticaba cuando se volvían idiotas en los medios, hoy la rebelión de las masas digitales, donde cada cual es su propio medio, está haciendo gilipollas al planeta entero. Nunca hubo más vanidad que hoy en día. Nunca el peligro fue tan grande. Es cierto que las posibilidades positivas son muchas, pero somos muñecos de juguete con una pistola de verdad, controlados por el dios del dato, que más que un dios es un demonio que nos deja sin libertad cada vez que pestañea, haciéndonos creer que tomamos decisiones libres, incluso humanitarias. Tú, que siempre has sido tan punk, aún no sé cómo has caído en tales redes. Tú, que estás abducido y caes en tópicos de periplos poéticos, solo para que unos cuantos contactos te den su aprobación, ahora que empiezas a escribir tan mal como ellos. Antes la poesía era un rincón alejado de la actualidad donde poder refugiarse, hoy a ella han llegado hasta cucarachas con antenas.

Y no me malinterpretes, no quiero volver al pasado. Me gustaría que se cambiasen estas redes por otras que no pertenecieran a estos dueños, quizás por algunas que no fuesen tan ñoñas y con tanto emoticono. Me da asco esta forma de darse jabón mutuamente y esta exposición espeluznante. Me gustaría que la gente no estuviera tan cansada intelectualmente, que en vez de babear tanto en el bisnes le doliera escribir mal o amputar palabras como costumbre. La modernidad es de mentira y va matando a artistas a su paso, a personas que decidieron cómodamente seguir la corriente. El presente y la vanguardia siempre se alejaron de los cañones del tiempo que les tocó vivir. Hoy todo es comercial en el sentido más cutre del término. Creo que ya hay que decirlo: hay gente enganchada a las redes como antes cualquiera se enganchaba a la heroína. La diferencia es que la heroína antes de matarte te dejaba momentos de lucidez, hermano, mientras que el clic espasmódico nos hace la lobotomía y nos dejará vivir hasta los cien años en paraísos artificiales.

Concluyendo: te diré que los poetas, de ese Madrid literario del que hablas, siempre me han dado bastante igual salvo honrosas excepciones. Siempre estaba deseando volver a Olivenza, a lo que tú llamas la provincia. Por allí escuchaba algo distinto, algo mágico y de leyenda. Nos diferenciábamos de la vulgaridad y nos evadíamos radicalmente al no soportar las convenciones. Ahora han pasado los años y hemos dejado a un lado las noches al límite. Tenemos que inventar nuestro propio camino y que no sepan nada de nosotros hasta que nuestro Ritual golpee en las conciencias . Solos en tu lago y tu fundo sin que nadie se entere, sin necesidad de explicárselo al mundo. Solos. Preparando el gran atentado poético del año por plazas y valles. Y como dicen tus versos, “lo más cerca de la vida: del lado siempre de los que aman”.


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