Un respeto a la familia Flores
No soy muy dado a leer prensa deportiva, pero La Vanguardia la estaba leyendo un señor y me aguanté las ganas de Susana Quadrado o Clara Sanchis para otro día. Tenía la opción de pasarme todo el desayuno en las musarañas o mirando una de las calles de más trasiego comercial del barrio de Sant Andreu. Tras llevar un rato contemplando a las personas con las que comparto el mismo universo y las mismas terrazas, las mismas camareras que nos sonríen, la misma cuidad deslumbrante, cayó sobre mí el Sport, rey de las barras de Catalunya junto al Mundo Deportivo, al igual que el Marca o el As lo son en el resto del Estado de las mil jorobas. Hasta aquí nada que parezca extraño, pero una vez que abro el diario empiezan mis sospechas. Soy un hijo recién adoptado por esta tierra que me enamora, y como un niño pregunto constantemente cosas. Incordio y jodo con la pelota.
¿Por qué será que el Sport solo tiene una miserable página para hablar del Espanyol, equipo histórico y legendario de Barcelona?, ¿es normal lo que ven mis ojos?, ¿nadie protesta?, ¿cómo un entrenador de la talla de Quique Sánchez Flores es reducido a una miserable foto minúscula?, ¿saben quién es Quique y a quién entrena?, ¿se les olvidó que la democracia es el respeto a las minorías? Uno se pregunta y se pegunta y nunca para de preguntarse. Sé que si esto pasa con los deportes, no me quiero ni imaginar cómo es el lavado mental que somete a la cultura y a la política.
No soy de ningún equipo, solo un enamorado de los deportes, en particular del deporte rey, de su evolución y perfección técnica a lo largo de más de un siglo, de la estrategia de grupo y la genialidad individual. Admiro cuando Arda congela los relojes al borde de la media luna, cuando lo atemporal envuelve mis tímpanos e Isco se inventa un pase entre líneas. Sé lo difícil que es llegar arriba en un mundo de máxima competencia, donde hasta el mejor jugador de barrio se queda corto al lado de las estrellas. Estrellas que nacen en lugares inmundos donde un balón de trapo es la salvación. Como admiro tanto este deporte y el juego limpio, no admito las injusticias, ni cuando los colores se intoxican de santería nacionalista de masas.
Quique Sánchez Flores está en la élite de los entrenadores, al Atleti lo devolvió a la gloria y allanó el terreno para Diego Pablo Simeone. Ahora, en Barcelona, merece un respeto y una recepción como Dios manda. Su proyecto ilusiona y sus jugadores también. El Cholo ha roto el bipartidismo futbolístico a nivel nacional, ahora le habla de tú a todos los equipos y llega hasta al final en todas las competiciones, ¿habrá una sinergia entre el fútbol y ciertos movimientos sociales?, ¿cada gol del Espanyol no representará una contracultura imparable?, creo que estoy empezando a delirar. Pero de lo que sí estoy seguro es que la ciudad de Barcelona se merece a un segundo equipo igual de fuerte que el Barça, un equipo que represente la verdadera pluralidad. La otra cara de la luna. Y quien dice un segundo dice un tercero y un cuarto como sucede en la política...