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Lo que puede llegar a ser


Toda la ciudad se prepara para la lluvia que ya cae mar adentro. La esperamos impacientes desde la costa. Trae un ritual antiguo de septiembre, una reinterpretación de lo vigente, la chavalería de estreno con la agenda como brújula. Hay que parapetarse desde el principio si se quiere salir ileso del trimestre: que no falten las rodilleras, ni una buena puntera reforzada para que resistan los zapatos a los recreos. Qué no daría yo por seguir escribiendo acerca de las primeras láminas otoñales que se dibujan en el horizonte, y de cómo llegan a la barra en la que leo los impetuosos escolares después de las primeras clases. Pero el deber llama y la prosa poética está de más. Que aquí todo empieza y seguimos sin Gobierno. Escribiré pues sobre tres apuntes mentales que entre paseos y baños me vienen siguiendo... O quizás yo les sigo a ellos.

Lo que hubiera podido ser

No hay español que no haya soñado con su España idílica. Incluso los que la pintan como un demonio la sueñan a su manera, y esperan ansiosos a que presida quien dé permiso a que nos corten la cabeza. Los hay quienes, incluso con toda la plaga de la corrupción encima, desearían más diputados marianos, pues según ellos todo lo demás es caos: necesitamos la seriedad y la estabilidad del latrocinio. Otros querrían una guerra rápida y que ganaran los de abajo, una venganza justa y sonriente. Muchos cruzaron los dedos en su día, cuando los naranjas y los magentas parecían unirse y todo se rompió en el hotel Eurobuilding con caras serias. Los socialistas siempre pensaron que se merecían más, que el progreso lo trajeron ellos y que bastaría con hacer un poquito de memoria. En cualquier caso, el voto de la ilusión se lo ha llevado Albert Rivera y Pablo Iglesias. Ahora bien, pienso que el vestido de Podemos le queda corto a sus votantes y que, en cambio, Albert representa de maravilla su función de liberal reformista con las ideas de España y de Europa claras. Particularmente uno también sueña. En mi caso me habría gustado que Podemos se reformulase o que otra formación nueva hubiese ocupado su lugar. Un partido más radical y ético que los socialistas, defensor de la soberanía nacional y sin los ramalazos de la vieja izquierda, se hubiera entendido con el centro liberal haciendo más fácil avanzar, forzando de verdad a que populares y socialistas desaparecieran o se refundaran por completo. Cada cual soñó a su manera…

Lo que es y está sucediendo

Lo que sucede es muy complejo. El mundo gira sobre sí mismo, cada cual acarrea sus traumas de infancia y Pedro Sánchez continua, dale que dale, con su negativa a facilitar un Gobierno. Corremos el riesgo de que todo parezca mentira y muramos de hastío justo cuando parecía que algo podía cambiar. España sigue enajenada. Ese joven mujer bella con toda la vida por delante, ya va cogiendo la expresión del grito al no entender nada. Momento es este de envejecer mal en poco tiempo si no hay voluntad de Estado. Y Estado no es una palabra fría a no ser que apostemos por el anarquismo. Estado es lo que me une con un gallego o un vasco mientras me bebo otra mediana bien fría en la Barceloneta. Son los ojos más allá de lo que salta a la vista literalmente. La intransigencia anda repartiendo divisiones y odio por las calles. Es peligroso que sigamos sin defender algo que merece tanto la pena. Hemos pasado dos veces por las urnas, el mandato está dado y toca entenderse. España y Europa necesitan unión, solidaridad e imaginación. Hace años había quien no se tomaba en serio al europeísmo. Ahora, cuando han visto las orejas al lobo de la ultra derecha nacionalista y antiimigrante, no saben ni por dónde empezar a construir el discurso.

Lo que puede llegar a ser

Con las fichas que disponemos tiene que empezar la partida. Dentro de las posibilidades que se nos presentan hay que ser inteligentes y rápidos. Habríamos elegido un mar en calma y un sol espléndido para navegar, pero toca vérselas con olas de diez metros y piratas a la vista. Es crucial saber quiénes quieren llegar al mismo puerto que nosotros y quiénes buscan nuestra compañía por interés momentáneo para luego dejar que nos hundamos. Después de mucho esfuerzo, cuando llegue la calma, me imagino en una España mejor, con una democracia más potente; una sociedad donde el trabajo de cada día tenga que ver con el respeto a unos derechos y a la naturaleza. Por desgracia no podemos hacerlo todo de golpe, pero podemos presionar a un Gobierno y facilitar las cosas a la par que nos vendemos caros con propuestas de calado social. Será la legislatura de lo posible con dirección a los sueños. Es largo el viaje. Este puerto está en llamas y permitir navegar es lo primero. Nadie te va a culpar, Pedro, si desde la abstención juegas ese papel de oposición tan necesario. Los presidentes siempre se curtieron esperando. Pregunta si no a tu colega Albert si le han servido como político sus años en el Parlament. El mismo Rajoy se puede fumar un puro contigo explicándotelo.


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