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Irrealidades


Noah

“Este cielo azul no es este cielo azul”, algo así decía el poeta manchego Corredor Matheos en uno de sus versos, no sé si alardeando de irrealidad o puntualizando el desfase entre el paisaje y su alma. Me inclino más por lo primero ahora que me llega la imagen del poema a la señorita memoria, tan indisciplinada ella, siempre durmiendo en su desidia de telarañas rosas. Pero no hablaré de la desidia, por más que me atraiga su desmelene. Tampoco de lo aleatorio de algunos recuerdos -los que no queman-. Me he propuesto meditar -apenas faltan cincuenta minutos para que termine mi recreo- sobre mi irrealidad: una sensación de extrañeza y sorpresa hacia el yo y sus acciones, hacia lo que acontece.

Me pasa desde hace la tira de años: tiendo a no creerme lo que veo, a que me parezca deslumbrante. No es la irrealidad que coquetea con el pánico, se acerca más a una mujer enamorada que después de llevar veinte años despertándose al lado de su hombre, sigue pareciéndole igual de bonito y se siente la persona más feliz de la Tierra. En un nivel futbolístico, me sucedió con el Gol de cabeza de Godín cuando el Atleti ganó el campeonato en el 2014 contra el Barça, aún hoy no me lo creo, no me creo el testarazo del uruguayo. Parece que no hubiese pasado, ya sé que para un hincha de otro equipo es difícil de entender. El Real Madrid, por ejemplo, lleva once o doce copas de Europa, tan reales como el último petardo que explotó a medio metro de mi oreja.

Cómo llegué hasta aquí, a qué estas pretensiones de comunicarme, de salvarme. Quién me vistió de traje de asesor inmobiliario y me afeita los lunes, miércoles y los viernes. Por qué esta cuenta atrás para mañana salir de noche por el puerto de Barcelona. Poseo una ilusión inusitada. Es asombroso vivir solo por primera vez en un estudio de la calle Sócrates, escuchar cómo los pensamientos se subrayan al compás de la respiración, sin nadie que estorbe en mi espacio soberano, solo anhelando visitantes que sepan guardar el secreto. Es como si los dioses, malditos ateos, me hubieran dado el privilegio de aumentar el volumen de mi conciencia, esto es una pista de aterrizaje en medio de la selva para un solo avión.


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