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Refugio


Noah

Último compás del año mientras vamos en busca del refugio nevado y se ofrece una gran recompensa por nuestras cabezas. Los lingotes no están bajo tierra, sobrevuelan. Son acaso sangre tras la piel. Se funden en tu pelo y encienden las velas. Bailan en la oscuridad. Son el gemido rebotando por las bóvedas. Tierna demencia infantil entre tus piernas. Macho si te empotro desmedido. A veces son el mar de una idea naciente cuando por las azoteas de Balmes las niñas se peinan con una raya violeta. Y yo trasiego ebrio de luz por los pasajes, reteniendo el fraseo, sin libreta, mirando de reojo arder las palmeras de General Mitre, a esa hora crepuscular que antecede a un crimen.

Cuando bajo Muntaner, después de un pequeño vientre de asfalto, se distingue el mar. La mar que centellea junto a las luces de la ciudad. Entonces hago recuento… Me acuerdo de aquellas veces que tras las curvas no estaba la costa, de esos cielos oscuros que no compartían noche con las rocas ni con los puertos. Lo tenía que imaginar. Ahora siento el mar siempre a mi lado, ser descomunal que me incita al desprendimiento, a tener mentalidad de marino y forastero.

Está nevando en la orilla de mis presagios. No distingo los veleros de la nieve. Podría decirse que soy feliz. Gracias. Una bella época me sostiene en la punta de tu lengua y ya solo tengo que desabotonarme lento la camisa, cobijarme en la tinta gualda de tus pezones, en el amor que nos hace más fuertes, amor en el que somos tres contemplándonos asombrados. Una criatura que acaba de empezar a palpar el mundo y será mejor persona y mejor amante que en vidas anteriores.

Vamos en busca del escondite perfecto. Sal y espuma en mis labios. Copos radiantes en tu ombligo y sobre el negro forestal de tu sexo. Lamerlo será como la leche merengada. Pero falta el crujido de un barquillo entre los dientes. Hay que estar a la altura de este viaje que nos repara. Nos exige revestir la existencia con tus canciones, deslumbrarnos mutuamente y que bese tus pies en el lago de la Creueta, sabiéndome a salvo después de tanta falta de besos.


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