Terapia de choque
Maldita sea. Siempre tengo que venir a salvarte, a espantar tus paranoias infantiles. Es terrible que unos cuantos momentos irracionales, empañen una historia de amor alucinante. Pero por mucho que hayas sido un santo toda tu vida, un solo disparo te convierte en asesino. Un terremoto destruye de una sacudida siglos de belleza. Quizás exagero en tu caso, pero mantente alerta. No te defraudes. Estoy aquí para ayudarte. Soy el espejo donde ves tus defectos. No me atormenta nada. Si te fijas, hasta Cristo sonríe en la Cruz porque se sabe a salvo y vivió amando a las putas y a los desesperados.
¿Quieres ser un imbécil cualquiera? ¿Perder la estrella que atesoras? ¿No saber amar a ciegas sin celos? Has de bucear en los mares rojos de tus heridas y coserte las brechas tú mismo: terapia de choque para revivir y que te envuelva la destreza. El amor es la conexión perfecta hacia el altruismo absoluto. Se reafirma en cada encrucijada. Se fortalece tras las batallas más arduas. Las personas más fuertes aman sin miedo, desprenden alegría a cada paso, acuden a la cita desposados. Más que despertar, el amante despega cada día. No olvida nunca que la existencia es un vuelo galáctico, un viaje sin destino que no se puede amargar con lastres mentales.
Me sumerjo en el universo oculto de la imaginación para regalarte la frase que te resucite, la espada que desenfundes cada vez que te acorralen tus voces enfermas, cuando te asfixien esos guantes negros y las calles se achiquen, cuando se te claven como puñales las deducciones dementes en el cerebro. Me dueles al pensarte. Resulta absurdo ver cómo te carcomes perdiendo el esplendor de las noches de cine. Acuérdate de nuestra palabra clave si te quedas sin respiración, si caminando por orillas blancas te crees que son callejones siniestros.
No te conviertas en un tipo que pide a gritos una colleja. Se te ha entrenado para que no seas tan torpe y no abrasar con tus abrazos de oso salvaje. El amor también tiene su tempo. Como me has dicho otras veces, el lirismo no nace de una mala borrachera sino del punto perfecto de vino. No riegues con una catarata la flor más bonita de los cielos de Barcelona. Creo en tu salvación, reconoces el veneno. Escribe, Juanse, no pares de escribir, escribe como te suplicaba tu hermana Cuca en el aeropuerto de Liverpool en medio de un cuadro. No esperes. El poder de la palabra para la transformación personal no tiene límites. Esta es tu única terapia.