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Irrepetible


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(Las partes en negrita van para leerse en alto)

De nuevo salto a un lugar en mi cabeza desconocido. Nada me puede ir mal. Gracias a la última vez que salté he resucitado, subrayando mis pensamientos en la soledad del estudio que abandonaré en unos días. Llevo una temporada viviendo apasionadamente, como si se me escurriera entre los dedos lo que amo; como si cualquier símbolo interior herido provocara la muerte. Salgo cada mañana a luchar para que mis ideales prevalezcan sobre cualquier circunstancia. En mí brota el fondo subterráneo del amor, para representar una vida que no se parezca a otra.

Me espera una historia que hace unos meses era inimaginable. Ahora sé que nada es casualidad. Creo en la teoría de los imanes. Un ser alado escribió hasta este presente y debo proseguir la aventura. Existe un estado del espíritu que deseo alcanzar con ella. Me encuentro a la orilla de un hogar que no temo, pero respeto, al igual que les sucede a los marinos con el mar. Mis escritos serán la argamasa de la casa, la fantasía que sostenga la realidad. Así es como he de amar. Haciendo que lo cotidiano sea especial.

Irrepetibles los días se suceden bañados de una irrealidad que da vértigo. Como si todavía no me hubiera acostumbrado a la maravilla de la existencia. Existir no es algo normal. Si normalizamos el hecho de seguir respirando, los sentidos mueren, la percepción enferma. Lejos de ser solemne, estoy probando a contarlo de otra manera. Pero ello no quita que la literatura sea mi religión, ni que cuando escribo encriptado, con la lengua en tu sexo, no pretenda empaparme de tu sabiduría, lamerte hasta el desmayo.

Alabados sean mis dedos cuando juegan por tu cuerpo; alabada la mirada que no se contamina, la valentía maniatando al temor, la lucidez en cada pisada; alabados los que no quieren endurecer el rostro como los hombres del plomo y la estadística; alabado el que siempre se tropieza en la misma piedra; alabadas las minorías que pronuncian lo impronunciable; alabadas las personas que están en algún lugar de la Tierra en conflicto y no hallan la salida; alabado el progreso si se junta con la ética.

Marcho. Cierro una etapa bella. Viajo de un barrio a otro de la ciudad. Desde la montaña contemplaré el mar y todas las calles en miniatura que he pateado en los dos últimos años. Me sentiré Dios o Nietzsche, da igual. Seré más Juanse que nunca. Podré proyectar mis sueños y seguir escribiendo, mejorando como persona. Llevo apostando al mismo caballo toda la vida y ya es hora de verlo ganador.

En Sant Andreu he aprendido mucho casi sin darme cuenta. Intento distanciarme un poco, sobrevolarme, para completar el sentido de los últimos tiempos. Me miro con los ojos de los que me quieren y creo que he dejado de defraudarles. Me miro con mis ojos de hace diez años y me felicito por continuar con fe y me digo qué tonto he sido por no haber peleado más. Por creer que la acción ensuciaría al ser. El hombre que seré con cuarenta sabe que se aproximan fechas cruciales donde me jugaré el tipo. Ahora hay que remar fuerte, tengo que vivir por dos: por el que no fui y pude haber sido: aquel chaval desubicado en un entorno que no sentía suyo: años de asignaturas desaprovechadas y miedo al trabajo. Esperaba una utopía parecida al cielo de los cristianos apartada de un siglo de residuos.

Ojalá algún día volvamos a leer estas palabras y se entiendan como la primera piedra de nuestra fortaleza, como el nudo hecho por las manos grandes y duras de tu abuelo, como la mirada serena y navegable de mi padre, como mi mejor versión clamando la profecía cumplida. A veces, de un momento a otro, los sueños se truncan y solo queda dar cuchilladas en la oscuridad, sonreír incluso en escenas dramáticas y ver el lado bueno pese a todo. Por eso, cuando las cartas vienen tan bien dadas como hoy, somos más conscientes de la luz, porque sobrevivimos dentro del túnel anhelando el centelleo de nuestros ojos. Sí, guerrera, estoy saltando en la arcadia que soñaba de rituales sencillos donde recordamos el origen cada anochecer.

Aquí te dejo esta página de mi diario. Es la savia que tantas veces me curó, el hilo que nunca se ha roto desde hace más de quince años. La rebelión de la ilusión cuando los segundos se enredan y estoy confuso con palpitaciones negativas. Siempre vencí a la oscuridad después de confesarme escribiendo, o tras jugar con la fantasía. Quiero decirte algo como si fuese la última vez que escribiera, o no me volvieses a ver: conocerte ha sido alucinante, irrepetible. Nos merecemos que solo sea el principio. No dejar de creer. Disfrutar en el mundo de una casa maravillosa.

Y alabados los que se atrevieron a dar el paso decisivo, los que confían en que el viaje va a salir bien; alabados los primeros que desvistieron las apariencias y alertaron al resto, los que renunciaron a una comodidad monetaria por una idea, los que evidencian la farsa que les ha sometido; alabados los que ennoblecen su oficio; alabados los creadores, los músicos, los pintores, la gente buena, sin ellos sería imposible vivir; alabada seas tú, guerrera, por sorprenderme cuando menos me lo espero y por regalarme sensaciones que llevaba tiempo esperando.


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