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Mi tripi


Noah

a Noah, por ser tan libre

Me dispongo a reinterpretar lo acontecido desde que empecé a escribir estas páginas una noche de junio de hace casi tres años. Pretendo armonizar mi universo, concebir los textos en conjunto, ver cuáles pasarán la prueba de fuego y cuáles solo serán un ejercicio de estilo. Me refiero a saber, después de desenmarañar el caos, si las mejores Muertes llegarán a formar un libro con una coherencia estilística y de significado. Algo así como diferentes buques y tripulantes pertenecientes a una misma flota.

Me hallo en el comienzo de la parte final. Si no lo he hecho bien hasta aquí, ya no hay remedio; si, por lo menos, la mitad de mis escritos se salvan de la quema, el amarre al puerto será ilusionante. No tengo prisa. Me he parado a recrearme en la estética del paisaje urbano como un gato que observa desde el alféizar. Llevo una vida de acción contemplativa, pero hoy voy a actuar como si ya hubiese conquistado al lector y volviera del pasado a relamerme, enfocando con mis ojos felinos al fracaso convertido en ratón.

Voy aprendiendo en el trayecto de este viaje autodidacta. Entre visita y visita a los pisos escribo en los cafés de Sant Gervasi. Sé que debo dosificar el tripi de imágenes y sorprender en los cierres. Sé, al igual que los ciclistas, que no vale darlo todo en la contrarreloj si no estoy preparado para las etapas de alta montaña. Corro tres veces por semana por el Park Güell, soy un animal en la cama y voy a empezar a nadar con regularidad. Explico esto porque tiene una relación directa con las escenas que me sobrevienen en la cabeza cuando siento el tambor de mis latidos.

No creo que esconda un arte mayor esa telaraña de desidia en la que me balanceé durante años. Lo principal es la clarividencia entre tanta locura, la combinación de los mejores pensamientos sanándonos. Lo mismo que existen contextos de secuestro y tortura aniquiladores, existen también paraísos mentales al alcance de la imaginación. La normalidad y la repetición nos hunden. Hacer de la casa y el trabajo un espacio de libertad creativa nos aparta de la mediocridad. Estamos preparados para ser seres especiales sin sometimientos de ningún tipo.

Aún recuerdo el nudo paralizante que me empujó a correr. Me acababa de dejar Alicia e igual alguien pensó que corría para recuperar el tipo y gustar físicamente. Pero no. Me puse a correr en mi habitación, muerto de miedo, sin salir del cuadrado de la baldosa. Corría porque sentía la mente y el cuerpo agarrotados y creía que iba a enfermar de algo grave. Luego supe que era normal que, en situaciones anímicas desconcertantes, las articulaciones se contraigan y se sufra mareos y vértigos. Corría y corría en la baldosa hasta que por fin rompí las aristas y los vértices se abrieron como deltas y salí al parque del Canal a trotar.

Correr sin balón me parecía absurdo, pero me encanta comerme mis palabras. Había dejado de fumar hace no mucho, también por haber visto de cerca la boca del lobo. Ya no me muevo por sustos, aunque por entonces solo funcionaba así. Hoy puedo decir que practicar deporte de forma constante me cambió en todos los sentidos. Se agigantó mi voluntad. Y a mis sombras más ramplonas las pisoteé como a colillas.

En cierta manera volví al curso natural de las cosas del cual me desvié en la adolescencia. Albergaba una virtud y todo lo demás sobraba. Ahora estoy dando forma a ese diamante llamado corazón. Y solo me importa el amor en todas sus expresiones, aunque muchas veces se me olvide y tenga que venir aquí al espejo a recodarlo. Es increíble las capas que nos vamos echando encima hasta ser irreconocibles, monigotes de nosotros mismos. Una caricatura espeluznante.

Yo me salvé y estoy venciendo. No digo vencí ni venceré. Estoy venciendo. La forma de utilizar el verbo guarda mi filosofía. La duda también me asalta muchas noches cuando permanezco con los ojos abiertos en la oscuridad, planteándome si sirvo para aporrear las teclas y deleitar al personal. Pero incluso rodeado de incertidumbre persisto en cualquier inclemencia mental, me sobrepongo y lo firmo por mis muertos.


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